La
Rinitis Alérgica se define por una inflamación
de la mucosa nasal que es consecuencia de la exposición
a determinados alergenos, y que ocasiona la aparición
de síntomas tales como: estornudos frecuentes, congestión
nasal, secreción nasal, picor en la nariz, paladar,
garganta, ojos y oídos,…
Se suele asociar a conjuntivitis y asma
bronquial (20-40% de los casos).
La conjuntivitis alérgica, está ocasionada por
la inflamación alérgica de la conjuntiva (capa
protectora que recubre los tejidos del ojo y las caras internas
del párpado. Son síntomas de la conjuntivitis
alérgica el enrojecimiento y prurito de ojos y párpados,
ojos llorosos y fotofobia.
Tiene una elevada frecuencia (es la enfermedad
alérgica más frecuente): entre un 10 y un 25%
de la población padece Rinitis Alérgica, y la
frecuencia sigue aumentando, especialmente en los países
desarrollados.
Puede afectar de manera muy relevante
la calidad de vida, tanto personal como social, así
como el rendimiento laboral y escolar de las personas afectadas.
Puede presentar complicaciones derivadas
de la inflamación en estructuras adyacentes (otitis,
sinusitis, conjuntivitis...) y los costes causados por esta
enfermedad son muy elevados.
Las causas más frecuentemente
responsables de Rinitis Alérgica son: pólenes,
ácaros, hongos y epitelios de animales.
La rinoconjuntivitis alérgica
se produce cuando un sujeto atópico o alérgico,
sensibilizado frente a un alergeno (pólenes, ácaros,
epitelios, etc), se expone a este agente. Tras el contacto
con el alergeno, se pone en marcha un mecanismo inmunológico
mediado por la inmunoglobulina E ( IgE) que activa a unas
células llamadas mastocitos y se liberan una serie
de mediadores de la inflamación que ocasionan las molestias
típicas naso-oculares ya descritas.
La rinitis alérgica tradicionalmente
se dividía en estacional y perenne. Actualmente se
clasifica según la duración de los síntomas
en intermitente o persistente y según la gravedad de
los síntomas y el impacto sobre la calidad de vida
de los pacientes en leve, moderada o grave.
El objetivo del tratamiento de la Rinitis
Alérgica es conseguir que el paciente pueda desarrollar
una vida normal, evitando que la enfermedad afecte su calidad
de vida. Ello requiere la identificación por parte
del alergólogo de sus agentes causantes. El primer
paso será eliminar o controlar las causas (medidas
de desalergenización). A estas medidas se le asociará
el tratamiento farmacológico, que debe ser individualizado,
con antihistamínicos sistémicos o tópicos
y corticoides nasales.
En el caso en el que las medidas de evitación
no controlen los síntomas o que éstas no puedan
instaurarse de forma óptima , ante la presencia de
síntomas perennes o asma asociada, en niños
(por el riesgo de evolucionar a asma), o no responder de forma
adecuada al tratamiento farmacológico, el alergólogo
puede establecer un tratamiento con vacunas antialérgicas,
es decir, inmunoterapia específica.
|