Juan Mayor.
La mayoría de los casos de PA son leves (80-90 %) y se caracterizan por edema pancreático con escasa repercusión sistémica aunque un pequeño grupo (10-20 %) cursa con mayor severidad, produciéndose necrosis glandular con complicaciones importantes tanto generales como locales que condicionan un peor pronóstico.
Tabla I: Nomenclatura (criterios de Atlanta)
La incidencia anual en nuestro país, en diversos estudios prospectivos, es de 350 casos / millón habitantes, produciendo en total unos 15.000 episodios anuales.
En nuestro Hospital la causa más habitual de PA está asociada a colelitiasis. Otras causas son el alcoholismo crónico, formas idiopáticas, post C.P.R.E., metabólicas (hipercalcemia, hipertrigliceridemia), por fármacos (inmunosupresores, 5-ASA), postraumática (la causa más frecuente en niños), postoperatoria, etc.
La mortalidad es prácticamente nula entre los pacientes con PA leve, siendo sin embargo del 25-50 % en aquellos pacientes con PA necrotizante, con una tasa global de mortalidad para la enfermedad del 5 %, lo que supone que anualmente en España fallecen 750 pacientes como consecuencia de la PA.
El diagnóstico de la PA clásicamente se establece por: a) sintomatología típica (dolor abdominal alto, irradiado a dorso, continuo, intenso, con vómitos), asociada a b) criterio de laboratorio (elevación de la cifra de amilasa en sangre u orina más de 3 veces el rango normal), o (en caso de normalidad enzimática) c) criterio radiológico: TAC abdominal con signos sugestivos de PA.
El pronóstico se puede establecer inicialmente con criterios multiparamétricos al ingreso del paciente (Ranson en la PA alcohólica, de Glasgow en la PA no asociada a alcoholismo, de Imrie para PA de cualquier etiología Tabla II-), con criterios de severidad radiológica del TAC abdominal (Balthazar -Tabla III-), y más recientemente con determinaciones aisladas de laboratorio (elastasa polimorfonuclear y proteína C reactiva). No obstante, la mejor valoración pronóstica se establece con el examen clínico del paciente a diario.
Tabla II: Criterios pronósticos de Imrie en la PA
Tabla III: Clasificación de Balthazar de la severidad de la PA (TAC abdominal)
En la fase inicial predominan las alteraciones hemodinámicas (shock, insuficiencia renal) y respiratorias (S.D.R.A., derrame pleural) y a partir de la segunda semana las complicaciones suelen ser locales y de carácter séptico (infección de colecciones fluidas, abscesos).
Tras establecer el diagnóstico de PA se debe emitir un pronóstico (Imrie, Balthazar). Las PA que se consideran severas, deberían ingresar en primera instancia en medicina intensiva, dado que el ingreso diferido en estas unidades, tras días de estancia en otros servicios cuando se complica la evolución, se asocia a una mayor mortalidad (De Beaux, Gut 1995).
Dieta absoluta hasta desaparición de dolor abdominal y del ileo. La reintroducción de la ingesta de alimentos se hará de modo gradual, sin restricciones dietéticas y sin que sea necesario esperar a que se normalice la amilasemia.
Sueroterapia en cantidad suficiente para normalizar la volemia (de modo orientativo, 4000 cc/día en un paciente de 70 Kg). Individualizar las necesidades de cada paciente, controlar la presión venosa central en ancianos con cardiopatía.
Analgesia: Petidina o Pentazocina, en cantidad suficiente para aliviar el dolor. SI no se consigue alivio, se administrará morfina en solución diluida en bomba de infusión.
Aspiración nasogástrica: sólo en caso de vómitos o de ileo asociado a dolor abdominal.
Soporte nutricional: iniciar nutrición parenteral total en las primeras 72 horas en pacientes con PA severa, si se prevé ayuno prolongado o si tras iniciar la ingesta se produce nuevo brote de PA o de dolor. Se pueden administrar soluciones de lípidos siempre que la cifra de triglicérido sea < 500 mg %.
Antibioterapia profiláctica: estudios experimentales (Mithöfer, Gastroenterology, 1996) y clínicos (Sainio, Lancet, 1995) recientes han demostrado eficacia en disminuir las complicaciones sépticas y mejorar el pronóstico de la PA severa. No obstante, todavía no puede recomendarse la generalización de esta práctica hasta que se analicen series más amplias en estudios controlados. Los antibióticos que han demostrado eficacia son aquellos capaces de difundir en el tejido pancreático necrosado (ciprofloxacino, imipenem).
No han demostrado eficacia contrastada en el tratamiento de la PA los siguientes fármacos: antisecretores gástricos, inhibidores de la secreción pancreática (glucagón, somatostatina), antienzimáticos (aprotinina, gabexato mesilato), o la administración de plasma fresco o plasmaféresis con la intención de neutralizar la actividad proteolítica que se desencadena durante la PA.
Si se detecta hipocalcemia se corregirá con gluconato cálcico iv/8h sólo en el caso de que existan síntomas o signos de tetania y de que la hipocalcemia sea de la fracción iónica. Descartar hipomagnesemia asociada. De coexistir ambas, la calcemia se normaliza al corregir la magnesemia.
En las PA severas, debería monitorizarse con pulsioxímetro la saturación de O2 y si esta fuese < 90 %, debería realizarse gasometría arterial.
En la Figura 1 se aporta un algoritmo de evaluación y manejo de la PA.
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