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Protocolo de Síncope.

Contenido

Pedro Ferreras.

 


1. Definición:

pérdida de conciencia y del tono muscular, de inicio rápido y súbito, de corta duración y de resolución espontánea, sin secuelas, debido a la disminución aguda, crítica y transitoria del flujo sanguíneo cerebral.

 

Se define presíncope, "mareo" o "vahído" como la situación previa con sensación de visión borrosa, diaforesis y percepción de inminente pérdida de conciencia. Precede, aunque no siempre al síncope.


2. Importancia.

El síncope constituye un problema médico frecuente. Aproximadamente el 3% de las consultas en un servicio de urgencias, y el 1 % de los ingresos hospitalarios. Puede ser el resultado de un proceso banal o bien ser la expresión de una enfermedad grave. Encierra un amplio espectro de causas que se sumarizan en la Tabla I.


3. Estudio

El estudio de un paciente con síncope debe constar de:

Una buena anamnesis con una exploración física cuidadosa y un ECG proporcionarán la causa o la clave diagnóstica en la mayoría de los casos.

En la anamnesis se deben recoger los siguientes datos:

  • no olvidar la obtención de datos de familiares o testigos presenciales;
  • determinación, si es posible, de las circunstancias exactas en las que se produjo la pérdida de conciencia;
  • antecedentes de síncopes previos al actual;
  • determinar la existencia de enfermedades predisponentes;
  • recogida de todos los fármacos que consume el paciente, y sobre todo . investigar la posible existencia de cardiopatía de base

En la exploración insistir en:

  • toma de pulso-tensión arterial y temperatura -de suma importancia-.
  • respecto al pulso, es fundamental la palpación cualitativa y comparativa de pulsos carotídeos y periféricos.
  • En relación con la toma de la TA esta debería efectuarse de forma sistemática en ambos miembros superiores, en posición de decúbito supino y en bipedestación, tras un período de 5-10 minutos de posición supina.

Debemos tener en cuenta que en situación de normalidad, la bipedestación disminuye ligeramente la presión sistólica (5-15 mmHg) y aumenta a diastólica mínimamente (3-5 mm Hg) y todo ello con aumento de la frecuencia cardíaca de hasta 20 latidos/minuto. La disminución de la presión arterial sistólica en 20 mm Hg o más, con bradicardia y manifestaciones neurológicas hará sospechar la hipotensión ortostática, si por el contrario se produce la hipotensión ortostática con aumento de la frecuencia cardíaca sospechar un origen hipovolémico.

  • En caso de realizar estimulación del seno carotídeo se debe disponer de: vía intravenosa, registro ECG, monitorización de la TA, y disponer de atropina y desfibrilador).

Cuando de la anamnesis, exploración y ECG no tengamos ninguna clave diagnóstica, la evaluación más profunda se deberá centrar en la detección de arritmias, por su peor pronóstico, en el síncope vasovagal y con menor frecuencia en afecciones psiquiátricas.


4. Pruebas complementarias

Pruebas complementarias que se puede realizar en los pacientes con síncope:

  • Hemograma y bioquímica elemental, de escasa rentabilidad diagnóstica, pero de realización aconsejable;

  • EEG , puede ser útil para diferenciar los síncopes de las crisis epilépticas.

  • Rx de tórax: escasa rentabilidad diagnóstica, no es aconsejable rutinariamente.

  • Ecocardiograma; sirve para descartar patología estructural e indirectamente tromboembolismo pulmonar.

  • Monitorización ECG prolongada (Holter cardíaco de 24 horas).

  • Estudios electrofisiológicos invasivos. Indicados en pacientes con síncopes de probable origen arritmogénico en los que la evaluación incruenta sea sugestiva aunque no definitiva de este origen. En este sentido se incluirán en líneas generales aquellos casos con: clínica de palpitaciones paroxísticas, precediendo o inmediatamente después del episodio sincopal; presencia de alteraciones ECG del tipo de trastornos de la conducción o síndrome de WPW; pacientes con cardiopatía estructural; pacientes con arritmias significativas en el Holter y en los que no se haya podido comprobar una relación directa arritmias-síntomas.

  • Ergometría. Indicada en: síncopes tras esfuerzo, después de descartar la causa obstructiva; ante la sospecha de disfunción sinusal para valorar la frecuencia cardíaca y en la valoración de posible cardiopatía isquémica subyacente.

  • Cateterismo cardíaco y coronariografía (a valorar fundamentalmente en pacientes con sospecha de síncope de origen cardiogénico en los que las pruebas anteriores no han sido concluyentes).

  • TAC craneal, RNM, angiografía cerebral y doppler de los grandes troncos vasculares supraaórticos ante la sospecha de clínica neurológica. Jerarquizando la realización de dichas pruebas.

  • Gammagrafía y/o angiografía pulmonar y TACAR en pacientes en que se sospecha, con arreglo a las exploraciones básicas, la existencia de un tromboembolismo pulmonar.

  • Prueba de Tilt o tabla basculante, con monitorización de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca. Indicado ante la sospecha de síncope vaso-vagal recurrente.

5. Recomendaciones

Finalmente, se resaltan recomendaciones sobre el síncope, algunas emitidas por el Colegio de Médicos Americanos en 1997:

  • Anamnesis cuidadosa, exploración y el ECG son el centro para la elaboración del estudio del síncope.

  • El síncope en la vejez, a menudo resulta de polifarmacia y respuestas fisiológicas anormales y puede tener un carácter multifactorial.

  • En la figura 1 se aporta un esquema guía para dirigir el estudio del síncope.

  • Dificultad diagnóstica etiológica, llegando algunas series hasta un 50 % que quedan como de etiología desconocida, a pesar de que se realice toda la batería de estudios.

  • La evaluación psiquiátrica puede detectar desorden mental asociado con síncope en un 25 % de los casos.

  • La hospitalización puede estar indicada en pacientes con alto riesgo de síncope cardiogénico (aquellos con ECG anormal, enfermedad cardíaca orgánica, dolor torácico, historia de arritmias,) o con signos neurológicos agudos.

  • El pronóstico depende fundamentalmente de la presencia o no de cardiopatía estructural de base. Así, la mortalidadd tomada a un año para el síncope de origen cardíaco oscila entre el 20-33%, mientras que baja a 0-12% en los síncopes no cardiogénicos. y alrededor del 6% en los de causa no filiada

Bibliografía

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